No es sorpresa que muchos clientes terminan con su planificación estratégica como un documento guardado y sin usar.
Nos enseñaron a planificar como si el mundo respondiera a nuestros planes, una ilusión bastante divertida. Pero el entorno cambia más rápido que nuestras hojas de cálculo. La planificación como sistema cerrado y rígido no sirve. Necesitamos otra forma de pensar la estrategia.
¿Qué significa realmente hackear la planificación?
No se trata de botar todo lo anterior, sino de dejar de fingir que podemos predecirlo todo o que podremos, adicional a las metas anuales, agregar un montón de proyectos estratégicos, pretendiendo en una misma cantidad de horas hacer todo sin perder nada.
Hoy, planificar inteligente y estratégicamente es:
- Leer el sistema completo, no solo los KPIs. Eso implica considerar la cultura, los recursos, la estructura, los roles y también las personas que los ocupan hoy día, entre otras variables.
- Detectar patrones repetitivos, para hacernos cargo de frenarlos y modificarlos en la dirección que necesitamos.
- Intencionar conversaciones que reordenan el mapa, aunque no estén en el cronograma, en tus prioridades o dentro de tus habilidades (por favor deja de evitarlas, de creer que las cosas se resuelven por arte de magia o de esperar a que otro tome la iniciativa por ti).
- Construir acuerdos vivos que se sostengan más allá del entusiasmo inicial, reconectando con el propósito original, porque cuando el plan falla, no hay que cambiar la estrategia, solo el camino.
Un estudio de Harvard Business Review reveló que el 85% de los equipos de liderazgo invierten más tiempo actualizando planes que diseñando soluciones nuevas (HBR, 2023). ¿Qué pasaría si esa energía se enfocara en hackear los nudos que frenan el avance real?
La planificación viva no se trata de tener certezas, sino de tener claridad
En los procesos que acompañamos, muchos líderes se enfrentan a esta realidad: el plan no es el problema, pero tampoco es suficiente. No se trata de una hoja de cálculo, se trata de conversaciones estratégicas, de lectura sistémica, de detenerse para mirar lo que no se ve en la operación diaria.
Algunas señales de que tu estrategia, y su plan, necesita ser hackeada:
- Las decisiones importantes se están tomando por inercia o ni siquiera se están tomando, habiendo una pasividad que daña al negocio y las personas.
- El equipo opera con agotamiento, no con alineación, empezando a crearse un ambiente un poco “tóxico” en términos del ambiente laboral.
- Nadie se atreve a desafiar las prioridades porque hay resignación o un excesivo cuidarse las espaldas.
- La planificación se actualiza, pero no se transforma ni se vive realmente en el día a día.
Planificación como práctica estratégica (no como ritual corporativo)
Lo hemos aprendido en múltiples organizaciones: cuando cambia el mindset, cambia el sistema. Los planes se vuelven más útiles, no porque se cumplan a la perfección, sino porque generan sentido compartido y acción consciente.
Por eso, más que ofrecerte “una metodología”, te proponemos una forma distinta de mirar:
- Con foco en lo relevante.
- Con una mirada sistémica.
- Con la capacidad de reordenar las piezas sin perder la visión.
No para tener todo bajo control, sino para actuar con confianza en entornos complejos.
¿Y si este fuera el clic que faltaba?
La verdadera estrategia no es la que se redacta, sino la que se revisa, se desafía y se adapta en movimiento. Tal vez este sea el momento de hackear tu forma de planificar y diseñar el futuro con otra mentalidad.
¿Te animas a repensarlo junto a tu equipo?


